Bolitas

Para los que tienen miedo
Vamo´, arriba, tengan fé
Pa´ los que ya se la juegan
No se olviden lo que fue
Pa´ los que están enterrados
Más allá del socavón
Hay que darle coca al tío
Y laburar con su perdón

Potosí - La vela puerca

“. . . A mi solo me mataréis, pero mañana volveré y seré millones”
El 15 de Noviembre de 1781, un hombre lanzaba esta sentencia a los rostros de sus verdugos. El territorio de lo que hoy es Bolivia acababa de conocer una de las revoluciones indias más grandes de su historia, la ciudad de La Paz había sido cercada dos veces, un fuego de rebeldía invadía valles y altiplano.

El movimiento de independencia de la América española se inició con el 'grito de chuquisaca' el 25 de mayo de 1809. Se constituyó una junta formada por delegados de diversos territorios y presidida por el patriota boliviano Pedro Domingo Murillo. Vencidos los insurrectos por los españoles en la batalla de Chacaltaya en octubre de aquel mismo año, Murillo y otros patriotas fueron pasados por las armas. Las últimas palabras del héroe boliviano fueron:
"La tea que dejo encendida nadie podrá apagarla".


Casi sitiado por la vorágine cotidiana de su mudanza eternamente inconclusa, el tipo se tiró en el sofá y puso uno de los canales que transmitían en directo. Casi de casualidad, con curiosidad más que otra cosa, el tipo pescó la ceremonia ancestral de Tiahuanaco.
Banalizada por su condición de espectáculo mediático, al igual que las guerras y los desastres naturales de los últimos quince años, de pronto, sin embargo, tomó cuerpo. En uno de esos instantes fugaces en que uno "sabe", el tipo adquirió repentinamente conciencia de que estaba presenciando un hecho histórico por cualquier parámetro que se eligiera.
Era impresionante la cantidad de gente reunida, pero mucho más lo era la causa que la reunió.
El segundo presidente aborigen de la historia de las repúblicas de América tomó el micrófono para hablar a esa multitud espontáneamente reunida, y la Puerta del Sol lo enmarcó. Desde ahí llamó a su gente a empujarlo si se frenaba y convocó a los pueblos de latinoamérica a participar en el cambio. "Hay que pasar de la resistencia a la toma del poder", aseveró.
Cuando el Presidente Electo de la República hermana de Bolivia hizo la lista de los antecedentes de los cuales se considera tributario y albacea -"vamos a cumplir las tareas que nos dejaron pendientes" dijo ahí, y pidió un minuto de silencio para ellos al otro día en el Congreso- el tipo sintió la emoción estrujarle la garganta y algunas lágrimas correr por el rostro.

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