Etiamsi omnes, ego non

Celebramos nuestra amistad cada minuto de nuestras vidas. Como amigos, entre quienes nos conocían -nos quisieran más o menos- fuimos leyenda. Yo era su conciencia crítica y él la mía. Y aunque buena parte del tiempo no estuviéramos de acuerdo, era práctica común preguntarle a uno qué opinaba el otro de algo y que éste pudiera responder con exactitud. Era impensable que alguno de nosotros tomara una decisión sin la opinión del otro.
Fue un honor conocerlo. Y una suerte. Sin él, más de la mitad de lo que soy no sería...
No recuerdo la primera vez que lo ví. O probablemente sí, pero no la identifico como la primera. Andábamos por los 13 y todavía yo era más alto; él todavía no había pegado el estirón que lo llevaría a su metro noventa y su estampa de vikingo.
Sí recuerdo la última vez que lo ví. Su hermana me avisó que no estaba bien, en qué hospital estaba y que sería una buena idea ir a visitarlo. Por esas vueltas de la vida, hacía muchísimo que no nos veíamos. Se sorprendió al verme entrar. Preguntó qué hacía ahí.
A mí me sorprendió su estado. Casi calvo, semidesdentado, el cuerpo hinchado por la medicación, el soporte del suero y sus idas y venidas, similares a las de Tom Hanks en Filadelfia, el rostro gastado. El cáncer, inoperable.
Él a pesar de todo seguía siendo el mismo. Empecinado, cálido, agudo, pensador profundo, sensible, caprichoso por momentos. "Tracción a sangre", como le gustaba definirse.
Pasamos dos o tres horas charlando con él, su compañera, su hermana mayor, su hermana más chiquita que venía directamente del aeropuerto.
Uno o dos meses después, su compañera me llamó por teléfono.
"Quedate tranquilo, no vengas. Yo sé lo que él y vos pensaban de todo este asunto, de los velorios y los entierros. Pero es por la familia. No te hagas problema. Sí, sí. Si necesito algo te aviso".

Como corrector "oficial" de lo que escribía, guardo hace décadas algunos de sus poemas que más me gustaron. Vaya el más largo, porque sí:

Estoy acostado al lado de la música,
Daniel y Miguel dormitan
una mujer-niña bajo la lluvia
en sus tibios pensamientos,
me crucé algunas miradas con las gentes pasajeras,
leí una poesía de Walt Whitman,
escuché canciones de dulzura y
a media luz,
me sentí bien...

Cuando escriba un poema,... realmente
sin una sola mentira... corriendo
por un campo atado a un barrilete,
con todo el sol y el pasto
verde me llegue
hasta la cintura por lo menos,
cuanto tenga una sonrisa
tan grande,
bella,
plena,
libre, cuando
inaugure mi asombro
a cada instante,... cuando
tenga un guante grande,
muy, tan grande
que pueda
pegarle en la cara
a todas las tristezas y
la felicidad me someta déspota;
cuando aconglomere todo lo bueno,
seguro
pensaré en vos...

Ahora estoy bien, realmente y
(me es inevitable)
tu color está aquí;
sumo preguntas
e hipotéticas respuestas y
(me es inevitable)
TE IMAGINO contestando
las cosas que yo quiero...

Tu crisálida posibilidad
llegará por fin,
florecerá
tu ternura, tu belleza
emergerá
libertará
todos los duendes de tu almohada,
arribará
a tus convulsiones y
te sentirás
fresca y nueva de
jazmín rocío y limonero, de
21 de setiembre verde y categórico, de
sol cronológico y radiante, de
pequeñas miradas cachorritas vivas torpes y anhelantes.
Serás como América feroz maravillosa...
te sentirás
como recién bañada, al secarte
tersamente bella y pura...

Yo se que llegará,
tu nuevo nacimiento llegará, pero
si mezquinaste tu máxima posibilidad o
no estás esbozando una sonrisa;
no te lo reproches en ese maravilloso momento,
reprochátelo ahora y preguntate
si sos
una regadera o
una esponja,
si regás
compromiso o
complacencia,
si absorbés
lágrima sonrisa o
mezquindades,... preguntate
si tu corazón es
una promesa o
una registradora...

Cuando te sientas
como en domingo por la tarde,
y te preguntes qué es la vida,
sacate tu ropa hecha a la medida y
ponete paradita frente a tu espejo,
verás:
la belleza
subir por tu cintura,
la alegría
jugando con tu ombligo y dedo gordo,
el futuro de granero
esperando paciente en tu vientre,
las gorrionas intenciones
en tus ojos titilantes,
la elección de un camino
en tus pies,
un terrón de azúcar dentro de tus senos,
la transparente diafaneidad adolescente
en tu conjunto...,
oirás
un "Quiero amar al mundo"
en tu boca... y
si después de verte así,
tal cual
expropiada tu mentira,
descubrís
una lloviznita en tus ojos,
largate a llover nomás,
largate alegre, a chaparrones porque
me ha pasado a mí también,
con un poco de vergüenza lo confieso...

No me digas que
después de esas noches feroces,
después de la violencia cotidiana,
al momento de acostarte,
no te preguntaste y
luego convenciste que sí,
sí hay belleza;
solo que
a veces otras cosas parecen dominantes...

Hacé memoria,
acordate de tu día
más claro,
más puro,
más libre,
más feliz y
preguntate si no podés
repetirlo
cien veces por lo menos,
poniendo
algo de tu parte,
desurbanizando
tu mirada,
pensando
en todos para así pensar
en uno mismo,
impregnándote
de todos los colores
que son bandera de
los cofrades
que tienen buenas intenciones claras,
reproduciéndote
en la alegría que pretendas...

Claro,
vos preguntarás
qué puedo hacer,
mi vocación de vida
no encuentra la salida,
pero
al hacer la pregunta
empezaste a contestar...

Estoy preparando un asalto
(confidencialmente te lo cuento)
mirá,
nos vamos al zoológico y
le decimos al venado triste de la entrada:
- Señor Venado esto es un asalto - y
lo apuntamos con una llave, después
soltamos a todos los animales
para que vuelva la armonía
a reinar;
vení, podés
hacerme de "campana"...

Bueno pero ahora me siento bien, realmente,
Litto dice que quiere
comprender
el sentido de
la palabra y
que comprendan
además
el calor de
una mirada que
hay en él;
me siento bien,
realmente
cuando toda mi mente y mi piel sean
un estetoscopio veraz,
cuanto tenga tanto miedo que
me asuma
la humildad,
cada vez que me sienta libre,
seguro
pensaré en vos,
en un caballito de mar cabalga
esta afirmación...

Serás una crisálida o
un par de armónicas palabras,
en tu beso en la mejilla
estará la respuesta cuando
nos crucemos por la calle...

Me pregunto
dónde estarás en estos momentos,
¿cómo...? ¿En plenitud...?
Si te encuentras en
algún vacío
triste
perdida,
no te preguntes
cómo pudo ser o por qué,
preguntate
(es lo realmente importante)
preguntate
si has podido elegir.

Crisálida
21-3-1976

Comentarios

Entradas más populares de este blog

Acerca del Vivir

La espiral ascendente

Chapas voladas