I El vivir no admite bromas. Has de vivir con toda seriedad, como una ardilla, por ejemplo; es decir, sin esperar nada fuera y más allá del vivir; es decir, toda tu tarea se resume en una palabra: VIVIR. Has de tomar en serio el vivir. Es decir, hasta tal punto y de tal manera que aun teniendo los brazos atados a la espalda, y la espalda pegada al paredón, o bien llevando grandes gafas y luciendo bata blanca en un laboratorio, has de saber morir por los hombres. Y además por hombres que quizás nunca viste, y además sin que nadie te obligue a hacerlo, y además sabiendo que la cosa más real y bella es VIVIR. Es decir: has de tomar tan en serio el vivir que a los setenta años, por ejemplo, si fuera necesario plantarías olivos sin pensar que algún día serían para tus hijos; debes hacerlo, amigo, debes hacerlo,
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