Justificando lo injustificable

Hasta octubre de este año, el tipo no tenía idea de que el mundo blog existiera.
Por esa época, una amiga -bueh, alguien que el tipo sabía que nunca iba a ser otra cosa aunque alguno o ambos quisiera, pero que calificaba ampliamente para excelente amiga, aunque con el tiempo se reveló una habitante nativa de la burbuja de género del post de Let- le mandó por mail el cuentito del ascensor del blog de Dieguez (sorry, pero hace un par de días que el link no funca...).
El tipo se cagó mucho de risa -porque usar el techo del ascensor para transportar cosas es algo que alguna vez ha hecho-, y en breve lapso se volvió adicto al asunto de los blogs.
Rápidamente empezó a jugar con la idea de armar uno, pero... ¿to do what?
Unos días después, le relató a su... ¿conocida, diremos? el encuentro con su compañera de laburo que figura en este blog.
L., la que ¿sabe? de letras le hizo algún elogio a la "fuerza del relato" (?).
A los pocos días, el tipo le envió a su conocida éste relato.
Ella, para su sorpresa, le preguntó "¿éste cuentito va a ser parte de tu blog?".
A partir de allí, todo fue bastante simple. La primera piedra estaba lanzada.
Ahora, aguántenselo ustedes, porque ninguna de las personas mencionadas hasta el momento conoce que el blog existe (al menos, que el tipo sepa...).
Aunque... una duda lo corroe últimamente al tipo: ¿Debería mantener la tercera persona, o ya fue suficiente?
Esa es una de las causas principales de estos nueve días de silencio de radio.
¿Alguien tiene opinión al respecto? (No son tantos, pero, obviamente, el tipo sabe que 3 o 4 almas caritativas cada tanto pasan por aquí...)

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